A nuestra primera gata, Arien, la encontré en mayo de 2015 en un aparcamiento junto a sus hermanos: solo pude rescatarla a ella, aunque luego una amiga logró salvar al resto, y a su madre. Era una bebé curiosa y alegre, y gracias a ella todas descubrimos lo que mola la vida con gatas.
Nuestra carey es una gata casera, mimosa y adorable, y con ella aprendimos que casi todo lo que habíamos leído sobre gatos era una leyenda urbana. Tras un par de semanas de adaptación (en esta manada de cazadoras no siempre tuve claro que lograsen convivir sin riesgo para ella, ¡pero lo logramos!) se convirtió en el juguete de las perras, ¡que le permiten absolutamente todo! Ahora es una señorona a la que le encanta controlar La Comarca desde el ventanal de la cocina.
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