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La adopté en diciembre de 2010, con tres meses. Es una mestiza de caza, incansable, dulce y muy miedosa.

Con Garimba nació el Comando G en 2010. En noviembre de ese año murió la última perra de mi manada anterior, Lola, que me había acompañado durante 12 años recorriendo media España, saltando de trabajo en trabajo y de nueva vida en nueva vida. Volvimos a Galicia juntas para quedarnos… pero un tumor cerebral se la llevó demasiado pronto. Y Garimba llegó para mitigar parte de ese terrible dolor en diciembre: fue mi propio Gordo de Navidad, porque la adopté el día del sorteo de la Lotería…. y llegó para trastocar mi vida entera. Era una cachorra llena de miedos, y, gracias a ella, todo lo que creía saber de perros resultó ser nada. Tuve que empezar de cero: leer muchos libros de etología y trabajar con una etóloga para entenderla, así que fue ella la que, en realidad, propició que todas las perras que llegaron después aprendiesen a ser felices.

Garimba nunca ha perdido el miedo, pero ha aprendido a controlarlo y ser feliz pese a él. Pero siempre será mi cachorra eterna, corriendo incansable tras los rastros; pidiendo mimos de esa manera suya tan delicada y tan dulce y recibiéndome con su tremenda sonrisa cada vez que vuelvo a casa.

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