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La adopté en marzo de 2012, cuando rondaba el año de edad.

G será siempre la perra de mi vida. La elegí conscientemente: la perra más mimosa de la protectora, la más sociable con humanos. La necesitaba para ayudar a Garimba a confiar un poco más en los seres de dos patas. La habían abandonado junto a su hermano en un punto limpio, y un chico les dio de comer y muchos mimos hasta que los recogieron las chicas de la prote. Quizá por eso ama a todos los humanos: sus primeros meses, aunque duros, fueron con un buena persona cerca. Y a las pocas semanas de llegar a la prote la adopté. He tenido y tendré sin duda muchas más perras, pero nunca habrá otra como G, la “perra perfecta”. Equilibrada, paciente, cariñosa, intuitiva… mi compañera.

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